Viernes Santo
Solemne Procesión del Santo Entierro
Consagradas Imágenes de Jesús Sepultado
y Santísima Virgen de Soledad
Parroquia Nuestra Señora de los Remedios, Templo de la Escuela de Cristo
La Antigua Guatemala
03 de Abril 2015
Destruyan este templo que yo lo reconstruiré en 3 días
Se acercaba la Pascua de los judíos. Jesús subió a Jerusalén
y encontró en el Templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas y a los
cambistas sentados delante de sus mesas. Hizo un látigo de cuerdas y los echó a
todos del Templo, junto con sus ovejas y sus bueyes; desparramó las monedas de
los cambistas, derribó sus mesas y dijo
a los vendedores de palomas: "Saquen esto de aquí y no hagan de la casa de
mi Padre una casa de comercio". Y sus discípulos recordaron las palabras
de la Escritura:
El celo por tu Casa me consumirá.
Entonces los judíos le preguntaron: "¿Qué signo nos das
para obrar así?". Jesús les respondió: "Destruyan este templo y en
tres días lo volveré a levantar". Los judíos le dijeron: "Han sido
necesarios cuarenta y seis años para construir este Templo, ¿y tú lo vas a
levantar en tres días?". Pero él se refería al templo de su cuerpo. Por
eso, cuando Jesús resucitó, sus discípulos recordaron que él había dicho esto,
y creyeron en la Escritura y en la palabra que había pronunciado.
Evangelio según San Juan 2, 13-22
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Una espada de dolor atravesará tu alma
Cuando llegó el día fijado por la Ley de Moisés para la
purificación, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor, como está
escrito en la Ley: Todo varón primogénito será consagrado al Señor. También
debían ofrecer en sacrificio un par de tórtolas o de pichones de paloma, como
ordena la Ley del Señor.
Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, que
era justo y piadoso, y esperaba el consuelo de Israel. El Espíritu Santo estaba
en él y le había revelado que no moriría
antes de ver al Mesías del Señor. Conducido por el mismo Espíritu, fue al
Templo, y cuando los padres de Jesús llevaron al niño para cumplir con él las
prescripciones de la Ley, Simeón lo tomó en sus brazos y alabó a Dios,
diciendo:
"Ahora, Señor, puedes dejar que tu servidor muera en paz,
como lo has prometido,
porque mis ojos han visto la salvación
que preparaste delante de todos los pueblos:
luz para iluminar a las naciones paganas y gloria de tu
pueblo Israel".
Su padre y su madre estaban admirados por lo que oían decir
de él. Simeón, después de bendecirlos, dijo a María, la madre: "Este niño
será causa de caída y de elevación para muchos en Israel; será signo de
contradicción, y a ti misma una espada te atravesará el corazón. Así se
manifestarán claramente los pensamientos íntimos de muchos".
Evangelio según San Lucas 2, 22-35
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