Tercer Domingo de Cuaresma
Solemne Procesión de las Consagradas Imágenes de Jesús Nazareno, El Dulce Rabí
y Santísima Virgen de Dolores, La Dulce Madre
Parroquia Nuestra Señora de la Asunción
Jocotenango, Sacatepéquez
28 de Febrero 2016
XV Años de Consagración de Jesús Nazareno
Año de la Misericordia
Jesús dijo también: "Un hombre tenía dos hijos. El
menor de ellos dijo a su padre: "Padre, dame la parte de herencia que me
corresponde". Y el padre les repartió sus bienes. Pocos días después, el
hijo menor recogió todo lo que tenía y se fue a un país lejano, donde malgastó
sus bienes en una vida licenciosa. Ya había gastado todo, cuando sobrevino
mucha miseria en aquel país, y comenzó a sufrir privaciones. Entonces se puso
al servicio de uno de los habitantes de esa región, que lo envió a su campo
para cuidar cerdos. Él hubiera deseado calmar su hambre con las bellotas que
comían los cerdos, pero nadie se las daba. Entonces recapacitó y dijo:
"¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, y yo estoy aquí
muriéndome de hambre! Ahora mismo iré a la casa de mi padre y le diré: Padre,
pequé contra el Cielo y contra ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame
como a uno de tus jornaleros". Entonces partió y volvió a la casa de su
padre.
Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió
profundamente; corrió a su encuentro, lo abrazó y lo besó. El joven le dijo:
"Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; no merezco ser llamado hijo
tuyo". Pero el padre dijo a sus
servidores: "Traigan en seguida la mejor ropa y vístanlo, pónganle un
anillo en el dedo y sandalias en los pies. Traigan el ternero engordado y
mátenlo. Comamos y festejemos, porque mi hijo estaba muerto y ha vuelto a la
vida, estaba perdido y fue encontrado". Y comenzó la fiesta.
Evangelio según San Lucas 15, 11-24
Entonces una mujer pecadora que vivía en la ciudad, al
enterarse de que Jesús estaba comiendo en casa del fariseo, se presentó con un
frasco de perfume. Y colocándose detrás de él, se puso a llorar a sus pies y comenzó
a bañarlos con sus lágrimas; los secaba con sus cabellos, los cubría de besos y
los ungía con perfume.
Al ver esto, el fariseo que lo había invitado pensó:
"Si este hombre fuera profeta, sabría quién es la mujer que lo toca y lo
que ella es: ¡una pecadora!". Pero Jesús le dijo: "Simón, tengo algo
que decirte". "Di, Maestro", respondió él. "Un prestamista
tenía dos deudores: uno le debía quinientos denarios, el otro cincuenta. Como
no tenían con qué pagar, perdonó a ambos la deuda. ¿Cuál de los dos lo amará
más?". Simón contestó: "Pienso que aquel a quien perdonó más".
Jesús le dijo: "Has juzgado bien".
Y volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón: "¿Ves a
esta mujer? Entré en tu casa y tú no derramaste agua sobre mis pies; en cambio,
ella los bañó con sus lágrimas y los secó con sus cabellos. Tú no me besaste;
ella, en cambio, desde que entré, no cesó de besar mis pies. Tú no ungiste mi
cabeza; ella derramó perfume sobre mis pies. Por eso te digo que sus pecados,
sus numerosos pecados, le han sido perdonados porque ha demostrado mucho amor.
Pero aquel a quien se le perdona poco, demuestra poco amor". Después dijo
a la mujer: "Tus pecados te son perdonados". Los invitados pensaron: "¿Quién es este
hombre, que llega hasta perdonar los pecados?". Pero Jesús dijo a la
mujer: "Tu fe te ha salvado, vete en paz".
Evangelio según San Lucas 7, 37-50
Entonces se adelantó Pedro y le dijo: "Señor, ¿cuántas
veces tendré que perdonar a mi hermano las ofensas que me haga? ¿Hasta siete
veces?". Jesús le respondió: "No te digo hasta siete veces, sino
hasta setenta veces siete.
Evangelio según San Mateo 18, 21-22
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