Sábado de la Segunda Semana de Cuaresma
(Tercer Sábado)
Solemne Procesión Infantil de las réplicas de Jesús Nazareno de la Dulce Mirada y Santísima Virgen de Dolores
Templo de Santa Ana, La Antigua Guatemala
18 de Marzo 2017
Te adoramos Oh Cristo, que por tu dolorosa pasión redimiste
al mundo
Pilato mandó entonces azotar a Jesús. Los soldados tejieron
una corona de espinas y se la pusieron sobre la cabeza. Lo revistieron con un
manto de color púrpura, y acercándose, le decían: "¡Salud, rey de los
judíos!", y lo abofeteaban.
Pilato volvió a salir y les dijo: "Miren, lo traigo
afuera para que sepan que no encuentro en él ningún motivo de condena". Jesús
salió, llevando la corona de espinas y el manto de color púrpura. Pilato les
dijo: "¡Aquí tienen al hombre!". Cuando los sumos sacerdotes y los
guardias lo vieron, gritaron: "¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo!". Pilato
les dijo: "Tómenlo ustedes y crucifíquenlo. Yo no encuentro en él ningún
motivo para condenarlo". Los judíos respondieron: "Nosotros tenemos
una Ley, y según esa Ley debe morir porque él pretende ser Hijo de Dios".
Al oír estas palabras, Pilato se alarmó más todavía. Volvió
a entrar en el pretorio y preguntó a Jesús: "¿De dónde eres tú?". Pero
Jesús no le respondió nada. Pilato le dijo: "¿No quieres hablarme? ¿No
sabes que tengo autoridad para soltarte y también para crucificarte?". Jesús
le respondió: "Tú no tendrías sobre mí ninguna autoridad, si no la
hubieras recibido de lo alto. Por eso, el que me ha entregado a ti ha cometido
un pecado más grave".
Desde ese momento, Pilato trataba de ponerlo en libertad.
Pero los judíos gritaban: "Si lo sueltas, no eres amigo del César, porque
el que se hace rey se opone al César". Al oír esto, Pilato sacó afuera a Jesús y lo
hizo sentar sobre un estrado, en el lugar llamado "el Empedrado", en
hebreo, "Gábata".
Era el día de la Preparación de la Pascua, alrededor del
mediodía. Pilato dijo a los judíos: "Aquí tienen a su rey". Ellos vociferaban: "¡Fuera! ¡Fuera!
¡Crucifícalo!". Pilato les dijo: "¿Voy a crucificar a su rey?".
Los sumos sacerdotes respondieron: "No tenemos otro rey que el
César". Entonces Pilato se lo entregó para que lo crucificaran, y ellos se
lo llevaron.
Evangelio según San Juan 19, 1-16
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