Miércoles Santo
Solemne Velación de la Consagrada Imagen de Jesús Sepultado
Parroquia Nuestra Señora de los Remedios, Templo de la Escuela de Cristo
La Antigua Guatemala
23 de Marzo 2016
Padeció bajo el poder de Poncio Pilato
Fue crucificado, muerto y sepultado…
Entonces Pilato se lo entregó para que lo crucificaran, y
ellos se lo llevaron.
Jesús, cargando sobre sí la cruz, salió de la ciudad para
dirigirse al lugar llamado "del Cráneo", en hebreo,
"Gólgota". Allí lo
crucificaron; y con él a otros dos, uno a cada lado y Jesús en el medio. Pilato
redactó una inscripción que decía: "Jesús el Nazareno, rey de los
judíos", y la hizo poner sobre la cruz. Muchos judíos leyeron esta
inscripción, porque el lugar donde Jesús fue crucificado quedaba cerca de la
ciudad y la inscripción estaba en hebreo, latín y griego. Los sumos sacerdotes
de los judíos dijeron a Pilato: "No escribas: "El rey de los
judíos", sino: "Este ha dicho: Yo soy el rey de los
judíos"". Pilato respondió: "Lo escrito, escrito está".
Después que los soldados crucificaron a Jesús, tomaron sus
vestiduras y las dividieron en cuatro partes, una para cada uno. Tomaron
también la túnica, y como no tenía costura, porque estaba hecha de una sola
pieza de arriba abajo, se dijeron entre sí: "No la rompamos. Vamos a
sortearla, para ver a quién le toca". Así se cumplió la Escritura que
dice:
Se repartieron mis vestiduras
y sortearon mi túnica.
Esto fue lo que hicieron los soldados.
Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre y la hermana de su
madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena. Al ver a la madre y cerca de
ella al discípulo a quien él amaba, Jesús le dijo: "Mujer, aquí tienes a
tu hijo". Luego dijo al discípulo:
"Aquí tienes a tu madre". Y desde aquella hora, el discípulo la
recibió en su casa.
Después, sabiendo que ya todo estaba cumplido, y para que la
Escritura se cumpliera hasta el final, Jesús dijo:
Tengo sed.
Había allí un recipiente lleno de vinagre; empaparon en él
una esponja, la ataron a una rama de hisopo y se la acercaron a la boca. Después
de beber el vinagre, dijo Jesús: "Todo se ha cumplido". E inclinando
la cabeza, entregó su espíritu.
Era el día de la Preparación de la Pascua. Los judíos
pidieron a Pilato que hiciera quebrar las piernas de los crucificados y mandara
retirar sus cuerpos, para que no quedaran en la cruz durante el sábado, porque
ese sábado era muy solemne. Los soldados fueron y quebraron las piernas a los
dos que habían sido crucificados con Jesús. Cuando llegaron a él, al ver que ya
estaba muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le
atravesó el costado con la lanza, y en seguida brotó sangre y agua. El que vio
esto lo atestigua: su testimonio es verdadero y él sabe que dice la verdad,
para que también ustedes crean. Esto sucedió para que se cumpliera la Escritura
que dice:
No le quebrarán ninguno de sus huesos.
Y otro pasaje de la Escritura, dice:
Verán al que ellos mismos traspasaron.
Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de
Jesús –pero secretamente, por temor a los judíos– pidió autorización a Pilato
para retirar el cuerpo de Jesús. Pilato se la concedió, y él fue a retirarlo. Fue
también Nicodemo, el mismo que anteriormente había ido a verlo de noche, y
trajo una mezcla de mirra y áloe, que pesaba unos treinta kilos. Tomaron
entonces el cuerpo de Jesús y lo envolvieron con vendas, agregándole la mezcla
de perfumes, según la costumbre de sepultar que tienen los judíos. En el lugar
donde lo crucificaron había una huerta y en ella, una tumba nueva, en la que
todavía nadie había sido sepultado. Como era para los judíos el día de la
Preparación y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús.
Evangelio según San Juan 19, 16-42
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